Rodrigo Valdés

29 de Julio, 2020


Valdés afirma que el régimen político es central, porque el proceso de relegitimar las instituciones no termina, sino que parte con la nueva Constitución, «para lo que es muy importante que la implementación de la política funcione. Podemos tener una muy buena Constitución en lo doctrinario, pero si después estamos a la patada y al combo, súper fragmentados, no vamos a llegar muy lejos».

Junto con depositar grandes esperanzas en el proceso constituyente, por el gran valor que tiene la construcción colectiva del contrato social, Rodrigo Valdés admite: «No puedo decir que estoy cero preocupado». Agrega que las cosas ya no están funcionando con esta Constitución, pero que tampoco se puede minimizar la incertidumbre que un cambio de esta naturaleza genera: «Hay riesgos y hay que tratar de manejarlos». Pero más que el proceso mismo, lo que le inquieta es la incapacidad de convergencia: «Llevamos meses de alta tensión en que se empieza a desvalorizar el diálogo y salen algunas ideas al ruedo en busca de votos de corto plazo».

El exministro de Hacienda, expresidente de BancoEstado y actual profesor asociado de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica cuenta que, tras analizar cómo evolucionaron las economías en que se realizaron los últimos 45 procesos constituyentes, concluyó que cuando hubo asambleas constituyentes los países crecieron mucho menos que el mundo: «Por tanto, hay efectos. Pero creo que este proceso es una oportunidad única y hay que aprovecharla; eso significa participar activamente, dialogar. Ahora viene la etapa de los contenidos, donde espero que domine la gente sensata, no los gritones, no Twitter». Y hace el punto sobre aspectos clave a dilucidar en cuanto a cómo procederá la convención constituyente: por ejemplo, si el voto de sus integrantes será secreto o público. Comenta que hay bastante literatura respecto de si un proceso de este tipo es mejor o peor dependiendo de la modalidad de voto.

A su juicio, uno de los errores que no se debería cometer es pasar de una constitución muy de derecha a una muy de izquierda: «Cuando era ministro les dije a los empresarios en un encuentro de Icare, en la época en que estaban enredados con el proceso constituyente de la Presidenta Bachelet: “Si la nueva Constitución los deja a ustedes como la izquierda se ha sentido bajo esta Constitución, sería una pésima Constitución”. Creo que hay que tomarse muy en serio esta idea de la casa de todos». También estima que la futura carta de navegación del país debiera ser más minimalista en algunas dimensiones, porque la actual (considerando las leyes orgánicas constitucionales) «es probablemente de las más largas del mundo».

Respecto del derecho de propiedad dice que es importante ponerse de acuerdo en su centralidad, pues es uno de los numerales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y un porcentaje importante de constituciones lo explicitan, solo se exceptúan las más antiguas: «Es importante discutir cuanto sucede en los límites al derecho de propiedad y de su función social. El derecho de propiedad existe incluso en la doctrina de la Iglesia porque es para algo; y esa función social (que está en la Constitución actual) se puede trabajar más».  

En todo caso prevé que no será en el derecho de propiedad donde se van a centrar las tensiones del debate, sino en las reglas de la política: régimen de gobierno y sistema electoral: «Lo que hoy está fallando en Chile, y no es nada fácil de reparar porque hay incentivos cruzados, es esta parte. Cuando partió este proceso yo declaré públicamente que estaba por la comisión mixta, pero lo que vi en los últimos meses me llevó a convencerme de qué quería una convención totalmente elegida. No es que los políticos sean malas o buenas personas, sino que los incentivos (a reelegirse y al individualismo) los llevan a actuar de una manera que no necesariamente conduce al bien colectivo».

Valdés afirma que el régimen político es central, porque el proceso de relegitimar las instituciones no termina, sino que parte con la nueva Constitución, «para lo que es muy importante que la implementación de la política funcione. Podemos tener una muy buena Constitución en lo doctrinario, pero si después estamos a la patada y al combo, súper fragmentados, no vamos a llegar muy lejos».

Dado que con el presidencialismo actual y la fragmentación partidaria se hace muy difícil gobernar, le gustaría que «el país probara un sistema parlamentario de verdad, no como el que se implementó en el pasado. Pero como creo que no está el horno para un cambio tan grande pienso que vamos a terminar con una cuestión más a medio camino: un sistema semipresidencial, con algunas cosas como las que tienen Perú o Francia (…). Predigo que vamos a tener un primer ministro con aprobación del Congreso, y un presidente de la República».

En esta entrevista Valdés profundiza en estos temas y también aborda otros como el gasto fiscal, la necesidad de una nueva Reforma Tributaria bien reflexionada; los cambios que requiere la Ley de Responsabilidad Fiscal y la autonomía del Banco Central.